El tribunal envió ayer a William Pedraza a una penitenciaría al menos hasta el año 2052, al condenarlo a prisión perpetua por el brutal asesinato de Marta Cejas, ultimada con una maza en su casa de la ciudad de Pinto, departamento Aguirre, el 24 de abril de 2020.

Con su veredicto, antes del mediodía, los vocales Graciela Viaña de Avendaño, Fernando Viaña y Raúl Santucho apagaron la última llama de esperanza en el albañil y su abogado, Gabriel Toloza, quienes en la penúltima jornada del juicio intentaron imponer dudas y sugerir que el homicidio fue obra de un primo de Pedraza.

“Homicidio críminis causa” fue la figura dominante de acusación, impulsada por los fiscales, Florencia Garzón y Santiago Bridoux, sin atisbo alguno para la duda o un plan B defensivo, ante una posible atenuación a “homicidio en ocasión de robo”, reprimida con una mínima de 10 y máxima de 25 años de cárcel.

Morir en soledad

Marta Cejas era pensionada y vivía sola. Contrató a un grupo de albañiles, entre quienes se encontraba William.

La teoría fiscal es que el sujeto se encegueció por la ambición y resolvió robarle a la propia patrona.

Descendió por el techo en refacción y sorprendió a Cejas, a quien golpeó con una maza. Solo él sabe si la víctima murió en el acto, o bien tuvo un momento de agonía. Como sea, fue hallada ya sin vida por su sobrino ocho horas después. Solo le faltaban el monedero y casi $ 7.000. Aún así, la policía encontró 48 horas después casi $ 61.500 dentro del inmueble.

Al conocerse el triste fin de Cejas, la fiscal Garzón refrendó procedimientos mayúsculos. Primero, cayó preso William y un familiar, pero las sospechas fueron focalizándose solo en William. Le secuestraron un barbijo con sangre y otros elementos. Con el mismo ímpetu, una corriente policial alentó la hipótesis de un cómplice que habría ayudado a William, pero la Fiscalía cerró filas solo sobre el solitario albañil.

Juicio y castigo

Dos años después, los fiscales llevaron a juicio al sujeto. Lo más trascendente fue escrito en la penúltima jornada. William declaró y señaló: “Esa noche fuimos a robar una garrafa. Mi amigo entró a la casa con mi barbijo que le presté. Quedé afuera. Después, él me hizo pasar y vi a la mujer muerta. Nos fuimos rápido y después la policía fue a mi casa y me detuvo...”

En sintonía con ese relato, su abogado alegó e instó al tribunal a absolverlo por “ el beneficio de la duda”, o al menos una condena por “homicidio en ocasión de robo”. Toloza no logró rescatar a Pedraza y el fantasma de la perpetua se transformó en una realidad tangible.

Desde la matemática, prisión perpetua es sinónimo de 30 años de prisión. Pedraza no será considerado un preso convencional y en las tres décadas siguientes le estará vedada cualquier morigeración de pena, u otro beneficio excepcional.