“Hasta hace pocos años atrás, la Biblioteca Popular Sarmiento era un signo más del avance cultural de Añatuya y un exponente de que esta ciudad velaba por el mantenimiento de centros desde los que se cimentaba el progreso intelectual y educacional de su población. Dicha biblioteca de carácter público, funcionaba regularmente con un salón de lectura y dos dependencias anexas de capacidad más reducida, dotada del mobiliario necesario, en el edificio de su propiedad ubicado en pleno centro de la ciudad sobre la calle de su mismo nombre. Era atendida permanentemente por una bibliotecaria y visitada a diario  elevado número de lectores , estudiantes y educadores que acudían  a ella en procura de satisfacer necesidades de consulta o información , que obtenían de la muy apreciable cantidad de volúmenes de que disponía. Era centro, por otra parte, de reuniones de carácter cultural  y a menuda en la misma solían ofrecerse conferencias y llevarse a cabo actos artísticos. En suma, cumplía una función de relevancia dentro de la sociedad. Esa posición de avanzada institucional la había logrado a través de muchos años, en virtud del sacrificio y empeño de caracterizados y meritorios maestros que se sucedieron integrando sus comisiones directivas y que como asociados, supieron aportar material y espiritualmente y que en el transcurso de su larga vida, resultaron sus eficaces sostenedores, preocupados permanentemente  porque su desenvolvimiento se cumpliera con honestidad, orden y seriedad, bases sobre las que cimentaron el prestigio de su trayectoria; al par que procuraban enriquecer el caudal de libros y demás material a fin de que como biblioteca pública, cumpliera cabalmente su misión.(…)-

         Con este párrafo inicia una nota de tristes connotaciones para la institución por aquellos tiempos, cuando las decisiones de quienes fueran sus autoridades, determinaron la realización de otras actividades que, paulatinamente, significaron el abandono de las instalaciones, el enojo de la comunidad y las consecuencias conocidas en estas situaciones.  

“…cerradas sus puertas y sus instalaciones derruidas…un estigma para la ciudad…un contrasentido al progreso…”  son algunas de las frases que aquella difícil realidad genera. En esos tiempos, y por decisión de “…Inspección de Justicia y Fiscalía de Estado de la provincia (…) cancelan la Personería Jurídica y designan “…depositaria del edificio, instalaciones y demás bienes de la biblioteca, a la regente de la Escuela Normal de maestros Nº 2 Florentino Ameghino (…)llevando a cabo un inventario (…) con intervención de las autoridades policiales locales.

      Hoy, y desde hace más de veinte años, la historia es diferente gracias al incansable esfuerzo de personas comprometidas como doña Mary de Pedraza, Mercedes Parissi y tantas otras que trabajan en silencio para sostener una poderosa institución que es testigo y protagonista del progreso de Añatuya.