La Justicia investiga los antecedentes de un periodista santiagueño sospechado de abusar de tres hijas adolescentes y acaba de realizarle un perfil psicológico, cuyas conclusiones serían adversas: ira, grises en su sexualidad, cero tolerancia a la frustración, narcisismo en niveles altísimos.

El sujeto, de 44 años, cayó detenido el mes pasado, luego que una de las víctimas confiara su pesadilla: abusos sexuales, tratos denigrantes serían el común denominador en contra del hombre.

La investigación está a cargo de la fiscal Alejandra Sobrero con tres adolescentes víctimas e involuntarias protagonistas de una historia de terror.

Las imputaciones

"Abuso sexual simple agravado por el vínculo y la convivencia preexistente y lesiones leves calificadas por el vínculo" en perjuicio de una de las víctimas; "lesiones leves calificadas por el vínculo", en perjuicio de la segunda, y "abuso sexual simple, agravado por la convivencia, por el vínculo y lesiones leves calificadas por el vínculo y amenazas", en perjuicio de la tercera, son los cargos dominantes.

Según relataron tres hijas, el padre habituaba manosearlas. "Era común que nos toque, si nadie no le decía nada", señaló una de las menores. "También nos pegaba mucho y maltrataba. Una vez le sacó un diente a mi hermana con una pinza", graficó.

"Como nos pegaba tanto, nos escapábamos a la calle. Volvíamos cuando ya estaba durmiendo. Comíamos, como se podía y lo que quedaba en la mesa", complementó una de las menores.

Después de años de silencio, una de las hijas lo denunció. Alertó a la Justicia sobre su padre "golpeador y abusador", pero luego la jovencita se retractó y ahora reclama la libertad del progenitor.

Los informes categóricos

"El papi es muy malo y nos manoseaba", dicen hoy las otras niñas abusadas por el aberrante sujeto. Desde esa certeza, la fiscal avanza en la investigación, sin dar nada por hecho y abstrayéndose de los datos aportados por otras dos jóvenes que declararon a contramano de sus hermanas víctimas.

Asimismo, las psicólogas acaban de concluir el perfil psicológico del periodista. En síntesis, los análisis habrían arrojado una configuración psíquica tétrica, de acuerdo con las primeras informaciones que trascendieron de fuentes de la causa. El trabajo profesional de las psicólogas habrían concluido en que se está en presencia de un sujeto violento, con nula tolerancia a la frustración, dueño de un neto lenguaje imperativo, cero distinción de autoridad entre sus hijos, poco permeable a la empatía por el dolor ajeno.

Estos serían algunos de los puntos que salieron a la luz en los exámenes realizados en el periodista.

Una escuela, primer alerta una década atrás y la casa, cuasi cárcel para tres hermanas

Hay un establecimiento educativo que una década atrás ya habría alertado a la Justicia sobre el periodista. De acuerdo con el proceso, una de las hijas reveló que su padre la golpeaba y ofreció una versión desgarradora sobre la convivencia, la cotidianidad en la familia.

Ahora, la fiscal Alejandra Sobrero indaga en los aspectos de la personalidad del periodista y le resulta imposible no cotejarlo con la de su pareja. En las versiones de las tres adolescentes víctimas, la figura de su madre no emerge como una mujer relegada a un plano intrascendente, sino la de una presunta cómplice.

Fue sindicada hasta de obrar cual brazo ejecutor de su "compañero", resuelto en hacer prevalecer su carácter y temperamento hostil y violento: el escenario en que imponía su tiranía era su casa, para padecimiento de sus hijas.

Entre la mano dura y el abuso, sin antenuantes

Los unos y los otros preparan sus armas y van a encontrarse mañana en los tribunales. Sobrero y compañía, dispuestos a obtener la prisión preventiva por "malos tratos y abuso sexual".

Sea cual fuere el criterio dominante, la Justicia tiene a un hombre tildado de golpeador y abusador, cuyo entorno lo acusa de crueles vejámenes. Las partes batallarán con fundamentos, pero las juezas deberán merituar que la exposición "sensibilizó" aún a varios familiares que antes lo defenestraban.

Para la Fiscalía, subyace una clara diferencia entre la mano dura y el liso y llano mal trato: por el contrario, la defensa deslizó que aún moralmente cuestionable su filosofía de vida, el periodista dista mucho de ser un sujeto abusador.

En efecto, la defensa apostaría todo a la excarcelación aún a costa de una casi segura exclusión. Todos los protagonistas intuyen que la familia quedó literalmente partida en dos y es imposible forzar a una continuidad de convivencia.