Habiendo finalizado los feriados de Carnaval, los recuerdos en fotografías, no dejar de aparecer. Muchos añatuyenses motivados por la festividad que va pasando, nos cuentan que entre  los años 60 y 70, el Carnaval se vivía principalmente, en la intimidad de las familias y en el barrio.

Muchos que vivían en otras provincias regresaban en estas fechas porque era motivo de encuentro familiar. Al mediodía, se comía “a la canasta” en el pariente que tenía la casa con patio amplio. El almuerzo, en largas mesas improvisadas con tablones y caballetes, vestidas con distintos manteles multicolores, reunía a tíos, primos y abuelos, quienes llegaban con vestimentas acordes a la ocasión y dispuestos a jugar!

La charla entretenida extendía la sobremesa, mientras los más chicos, esperaban ansiosos que alguno de los mayores “abriera el juego”. Sólo bastaba que, por sorpresa, alguien arrojara el contenido de su vaso, o gatillara el sifón de soda, para que todos se levanten en busca de un balde, de los tantos que ya estaban repletos de agua esperando bajo la canilla.

 Las siestas en febrero eran para “carnavalear en familia y en el barrio”, entre carcajadas de disfrute los baldazos y la harina creaban el ambiente ideal para salir a la vereda empapados y patinando y compartir con los vecinos esta tradición popular, en tiempos cuando las calles de tierra y cunetas, eran propicias para embarrar de pies a cabeza!

Todos esperaban febrero con demasiada expectativa. Los que alguna vez se había ido, volvían en estas fechas. Era un tiempo donde el Carnaval empezaba con el almuerzo y concluía, avanzada la noche en el rancho de los Romacho, el Recreo del Chamamé.

Posiblemente estas manifestaciones de la alegría popular, se hayan dejado de lado en los años de la dictadura cívico militar. Lo cierto es que, con la Democracia, vuelve el Carnaval al barrio. Desde el Colonia Osvaldo al Rivadavia, las risas de alegrías compartidas los inundaba y los añatuyenses escapaban de la rutina y celebran lo que esperaron todo un año!

 Esta manera de vivir el Carnaval, “…se ha ido perdiendo paulatinamente”, asegura Teresa, una vecina que saca del baúl de los recuerdos una foto en blanco y negro de mil novecientos cincuenta y pico… “así eran los desfiles en la calle, pasábamos, algunos con antifaz y nos mojaban y tiraban talcos perfumados…”.

Otra vecina del Colonia Osvaldo comparte imágenes de la década del noventa y relata que “…era una fiesta! Solo necesitábamos agua y barro para disfrutar!”

Hoy, el Carnaval se vive de otra manera y de aquellas épocas, sólo conservamos los recuerdos en fotografías y en historias contadas por quienes mantienen intactas esas vivencias y cada mes de febrero, las traen a la memoria para añorar aquellos tiempos pasados.