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01/09/2024

Nick Srnicek y cómo pensar el postcapitalismo: “Distintas maneras de entender libertad y trabajo”

Fuente: telam

El profesor canadiense, autor de “Después del trabajo” junto a Helen Hester, visitó la Argentina y conversó con Infobae Cultura. “Están floreciendo imágenes de alternativas del futuro”, sostiene

>“Sudamérica siempre es una fuente de inspiración”, dice Nick Srnicek, recostado sobre un mullido sofá en el hall del Hotel NH. Del otro lado del vidrio, la calle Bolívar conduce directo a Plaza de Mayo donde una larga columna de jubilados con carteles y cánticos reclaman un urgente aumento en sus pisoteados haberes. La policía forma un cordón a su alrededor; ya tienen listos los palos y el gas pimienta. El ruido de esa escena cotidiana en esta Argentina empobrecida llega hasta el hotel. “Esa inspiración tiene distintas razones. En principio, hay tensiones que tienen que ver con redistribuir y rebalancear el poder entre el capital y las clases trabajadoras. También el ensayo de distintos procesos hacia el desarrollo. Hay, además, una historia de experiencias de otra calaña: los gobiernos más autoritarios. Y junto con eso, un empuje muy fuerte por cierta independencia tecnológica que, temprano, en los 60 o 70, tanto en Brasil como en Argentina, ya se detectan experiencias de búsqueda hacia esta independencia tecnológica. Por todas estas razones, para la izquierda, Sudamérica siempre es un lugar de inspiración donde aprender cosas”.

Después del trabajo parte de un dato muy concreto: la tecnología no nos está alivianando el trabajo, de hecho “el trabajo contemporáneo, incluso en las regiones relativamente privilegiadas del Norte global, es cada vez más intenso, poco gratificante y precario”, escriben. Pero además el trabajo que más crece es el de cuidado de bebés, adultos mayores, enfermos y discapacitados: empleos que suelen estar mal pagos y asociados a cierta idea de “vocación”. El libro discute con la corriente conocida como postrabajo, que propone pensar un mundo donde el trabajo no esté en el centro de la vida. Adhiere en líneas generales pero complejiza el horizonte añorado: la realidad es más dura y, con una tecnología que no cumple las expectativas, “el futuro del trabajo no es la programación, sino el cuidado”. Mediante gráficos, datos, ideas y mucha historia, Srnicek y Hester vuelven a la pregunta esencial por la libertad: “La sociedad poslaboral no debe ser confundida con un utópico punto de llegada, sino que se la debe entender más bien como parte de un interminable proceso prometeico para ampliar el ámbito de libertad”.

—El libro explica la contradicción entre el inédito crecimiento de la tecnología, pero que a su vez no termina de impactar positivamente en la vida cotidiana, ya que el trabajo doméstico también creció muchísimo en el último tiempo. ¿Cuándo detectaron todo esto y cuándo decidieron desarrollarlo en un libro?

—La primera idea surgió de una conferencia que dio mi esposa Ellen. Creo que fue en el año 2016. Recuerdo haber leído el borrador de esa conferencia y pensar: “¡Es genial! Hay un libro aquí y deberíamos escribirlo”. Entonces empezamos a trabajarlo juntos.

—En efecto, la Escuela Crítica de Frankfurt aborda este tema y hace foco en las industrias creativas culturales y hacen una crítica sobre cierta forma de existencia del tiempo libre dentro del capitalismo. Pero también hay otra forma de existencia del tiempo libre que tiene que ver con estas otras lógicas. Lo que llamamos lujo público: otras formas de pensar el ocio o el tiempo libre que requieren una infraestructura que hace que ese ocio, ese tiempo libre, salga de las lógicas de consumo.

—Es ahí donde se enciende la idea de emancipación, ¿no? Ya no desde el trabajo sino desde el tiempo libre.

—Esa perspectiva pone en cuestión los parámetros con que pensamos la clase social. Aún así, ¿sigue siendo el mejor blanco para dispararle al capitalismo la contradicción entre capital y trabajo?

—La respuesta corta es sí. Pero creo que es una dicotomía simple que omite algunas cosas importantes. De todos modos sigue explicando mucho sobre la sociedad contemporánea porque creo que sigue siendo útil pensar en el conflicto clásico como el motor fundamental de gran parte del desarrollo tecnológico y económico, y que superar ese conflicto es fundamental para ir más allá del capitalismo y borrar estas categorías de trabajo asalariado y empleador capitalista.

—¿Estamos un poco más cerca que antes de visualizar el fin del capitalismo antes que el fin del mundo?

—Quisiera preguntarte por la clase media, una categoría económica muy importante, que si bien implica no estar por debajo de la línea de pobreza ni tener grandes ingresos, por otro lado borra la idea de que uno es un trabajador, lo cual tiene un gran impacto en la identidad cultural. Y a su vez, hay cada vez más ricos y cada vez más pobres: podría decirse que la clase media está en vías de extinción. ¿Qué valor le das a esta categoría?

La clase media alta sobre todo, que tenía cierto tipo de trabajo que los inscribía en el sistema capitalista con ciertos beneficios, con ciertos distintivos, como por ejemplo salarios ligeramente más altos, cierto estatus, ciertos títulos que los separaban de estas clases trabajadoras más razas si se quiere, progresivamente van viendo que todos estos distintivos se van disolviendo, desarmando, y cada vez están menos presentes. El caso de los maestros y las maestras: cada vez están peor pagos, reciben salarios inferiores. El caso de los programadores: sufren la amenaza inminente de la automatización de sus tareas. Abogados.: con el tema de las inteligencias artificiales generativas parecería ser que su trabajo cada vez pasa a ser un poquito menos especializado, menos valorado, casi como un trámite. Entonces, para todo este tipo de trabajadores y trabajadoras, estos distintivos de los cuales antes se beneficiaban, empiezan a verse más desdibujados. De pronto, empiezan a estar mucho más cerca de esa clase de la que intentaban separarse.

—¿Sos partidario de la renta básica universal?

—¿Cuánto se modificó el capitalismo de plataformas que analizaste en tu libro, del que ya pasaron casi diez años?

—Bastante. Hay dos diferencias fundamentales. Una tiene que ver con las plataformas, con la nube, con todo lo que está en la nube de internet, que ha crecido enormemente y se ha desarrollado mucho, especialmente con estas cuestiones que tienen que ver con la inteligencia artificial generativa, etcétera. Y por otro lado, las plataformas tuvieron que hacerse de una extracción más efectiva del valor de sus trabajadores. Entonces, por ejemplo, con Uber o con cualquiera de estas, han tenido que meter mano de manera mucho más expansiva sobre el valor que producen esos trabajos. Ya no dependen tanto, como era en su momento, de estos inversores externos que financiaban el desarrollo y el crecimiento de las de las plataformas.

—En primer lugar, hay que recordar que uno de los efectos más fuertes del neoliberalismo fue justamente introducir esta idea de que las personas se autoperciban como emprendedores. Y esta idea del “hacerse uno mismo”, de autosuperación, penetró fuertemente en las clases trabajadoras: levantarse temprano, trabajar un montón de horas, darlo todo, romperse el lomo, como si eso fuera realmente lo que te va a sacar de la situación en la que vos estás. Por otro lado, el anarcocapitalismo, aunque más no sea en su retórica y no tanto en su práctica, tiene esta idea de defender los pequeños negocios, las empresas chicas, e ir en contra de cualquier tipo de concentración de poder o monopolio, ya sea político, económico, etcétera. Si se combinan estas dos corrientes, la defensa de los pequeños negocios e ir contra el monopolio de del poder económico, sumados al emprendedurismo como imbuido del neoliberalismo, todo lo que culturalmente implica, no es tan difícil entender por qué estas ideas juntas funcionan y son de interés o son convocantes para los trabajadores.

—Hay que remontarse también a los orígenes del neoliberalismo, donde esta discusión ya sucedió. Ya hubo una gran discusión sobre si permitir o no la aparición y el sostenimiento de monopolios. La verdad que no es muy anarco permitir que haya grandes concentraciones de poder, pero entiendo que quizás acá ese fue el desarrollo y ese es el lugar donde está la conversación.

—¿Qué lugar ocupa hoy el comunismo? En Argentina, y en gran parte del mundo, se construyó como un enemigo. Pero no me refiero a los socialismos existentes, a la Unión Soviética, a Cuba, no; me refiero al concepto de comunismo. De alguna forma lo abordás en el libro hablando de elementos comunales.

—En todo esta maraña de conceptos e ideas, ¿qué posibilidades tiene el aceleracionismo?

—Supongo que pensar tanto estas cuestiones te han vuelto una persona optimista. ¿Lo sos?

[Fotos: Gustavo Gavotti]

Fuente: telam

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